E20 El despido
Todo buen FINAL dramático tiene algo de amor. Y qué AMOR. Se nos van las mayúsculas sólo de pensarlo. Ay…
Todo buen FINAL dramático tiene algo de amor. Y qué AMOR. Se nos van las mayúsculas sólo de pensarlo. Ay…
Para poder oír todos los podcast necesitamos un helicóptero. Siempre está bien escuchar las cosas con perspectiva. Eso sí, nosotros no somos como el cliente, no nos atrevemos a subir con el dependiente, porque se le suele ir la pinza.
El cliente viene esta vez a por un saco escrotal. Sí, sí. Escrotal. Pero están fuera de stock, no lo queríamos decir por aquí pero es que… el hombre del saco es un comprador compulsivo.
El cliente necesita ritmo y en estos grandes almacenes lo tienen. Vamos que si lo tienen: ritmo cardiaco o musical. Lo que sí no se puede confundir NUNCA el ritmo musical con dar golpes sin ton ni son.
A primera vista parece que hay líneas por todos lados, que son muy accesibles y fáciles de comprar. Existen líneas de teléfono, líneas ideológicas… hay, incluso, líneas que hay que mantener (sobre todo en verano).
El cliente busca un inhibidor, suponemos que para desinhibirse. Además, hoy hay descuentos de un céntimo sobre todos los productos así que, si no tiene miedo, seguro que encuentra uno de amplio espectro.
Si quieres apuntarte a un bombardeo el dependiente siempre recomienda la libreta militar, con sus tapas de camuflaje y sus anillas reforzadas. ¡Están en oferta! ¡Boooooooomba!
En estos grandes almacenes se venden millones de excusas. Igual te puedes ahorrar lo que te van a costar y comprar una excusa que valga para todo, tipo: “me corté… las uñas”.
En ocasiones el dependiente de siempre no está disponible y el señor cliente es atendido por la máquina Olaf, que habla veinte idiomas, pero casualmente no habla castellano. Necesitamos un traductor. Gracias.
En este episodio, lo único que venía buscando el cliente era un simple paréntesis, vacío, sin florituras. ¡¿Es que es tan difícil de conseguir?!
El cliente tiene el control. El dependiente se ha convertido en un dependiente – dependiente. Dependiente bis. ¿Se pondrá punto y final a esta situación?
El dependiente quiere vender su broca, su broca arriba. Cree que así todo se resolverá de manera sencilla. Nada más lejos de la imaginación...
En nuestros grandes almacenes la oferta de acciones es muy amplia: acciones del oeste, bélicas, artes marciales, de superhéroes… Final melodramático. Fundido a negro. Créditos finales. Fin.
Cliente racional, real, pero algo imaginario, busca un número compuesto y sin novia. No uno cualquiera, sino uno bonito, ‘vistosón’ y que luzca.
Si quieres comprar un contubernio, una conspiración vintage, el dependiente te va a decir que lo que se lleva ahora son los chanchullos y las mamandurrias. Hay que estar más a la moda...
El cliente llega a los grandes almacenes decidido a pagar lo que sea por un buen pellizco. Pero, si paga una millonada por un pellizco, ¿se descontará el precio en ese pellizco que se lleva, no?
Los empleados no trabajan, la mujer de la megafonía se rebela… ¡¿Es que en estos grandes almacenes no se puede encontrar a alguien normal?! Bueno sí, la cama elástica, que tiene pinta de ser majísima.
Esta vez el cliente busca una nueva razón y a alguien que se la dé. O, en este caso, se la venda. Al principio parece tenerlo claro pero luego, todo se confunde. Igual es porque ha perdido la razón, ¿o se le ha gastado?
El cliente busca que le crezcan los enanos porque es posible que la mala suerte pueda ser plantada por uno mismo. O que los gnomos de jardín se vendan en formato semilla y haya que regarlos...
Como en toda historia que se precie, cliente busca dependiente y dependiente busca cliente. Se encuentran, chocan, se cruzan y surge la magia.
Excusas con una posibilidad de regalo, traductores simultáneos, centros derecha de mesa y una caja de números complejos. O paralelos. Todos esos artículos, y muchos más, se podrán encontrar en los hilarantes pasillos de '¿En qué puedo ayudarle?', los ilimitados almacenes de Podium podcast, donde todo suena y las palabras vacilan en los encuentros de un cliente perplejo y un dependiente enredador.