Las estanterías del supermercado están llenas de tomates perfectos y pimientos relucientes. Fruta y verdura que parece salida de un catálogo, casi de porcelana. Pero, antes de estar ahí, estaban en el campo. En los árboles. En la tierra.
Aitziber Urtasun, educadora artística y voluntaria en un campo de refugiados de Nablús, relata la represión, el aislamiento y la infancia marcada por la violencia que ha presenciado en sus cinco años de cooperación en Cisjordania