Podium
En Arsénico Caviar no nos quedan máscaras que quitarnos, siempre hemos sido honestos al hablar de nuestra atracción por los sentimientos y emociones más miserables del ser humano, por eso queríamos comenzar esta temporada charlando sobre esas personajes y personajes que tienen toda nuestra admiración: los villanos. Crueles y perversos sí, pero algo hay que reconocerles: sin villanos no hay héroe que valga. Es más, sin villanos ni siquiera tendríamos historia.
Los inteligentes no caen bien, dan tirria. Son los aguafiestas, los que corrigen el dato, los que entienden la ironía antes de que se sirva el postre. En este episodio, Beatriz y Guillermo hacen un elogio —nada humilde— de la inteligencia. ¿Por qué nos molesta la gente lista? ¿Por qué en redes sociales ser culto es visto como una provocación? ¿Y por qué fingimos que todos tenemos que ser igual de brillantes cuando claramente no lo somos? Aquí reivindicamos la figura del cultureta frente al pesado solo habla de Operación Triunfo y series pochas de Telecinco
¿Puede un cliché ayudarnos a entender quién somos? ¿Y puede un prejuicio tender puentes, rellenar espacios desconocidos y darnos la confianza suficiente como para saltar al vacío? En este episodio Guillermo argumenta que sí y para ello enumera ejemplos como acariciar a un koala, pero Beatriz, mucho más descreída, pone ejemplos como la agresividad de los mapaches y mantiene, durante casi todo el episodio, que Guillermo es imbécil y no se entera muy bien de lo que está hablando.
Ya, ya, ya. Hemos hecho este episodio 300 veces. O, al menos, que recordemos dos veces más. ¿Y qué? Lo cierto es que en una sociedad obsesionada con el pensamiento positivo creemos que es nuestra labor recordar de vez en cuando lo importante que es dar rienda suelta a nuestras emociones, aunque estas sean negativas. La tristeza, que en el mundo en el que vivimos suele esconderse bajo las alfombras, es tan importante para nuestro bienestar como la alegría. De hecho, una sin la otra no puede existir.