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Este episodio de Carreteras Secundarias comienza con Bru Rovira y Valentina Rojo en Barcelona, donde Benet, Maria Josep o Gemma les abren las puertas de sus casas para compartir su historia como familias de acogida. Familias que han dado una segunda oportunidad de vida a niños para los que había escrito un futuro mucho más difícil si ellos no se hubieran cruzado en su camino.
Familias que se construyen, y otras que se rompen para siempre. En la provincia de Cádiz, los cementerios de la frontera sur española cuentan con decenas de lápidas sin nombre donde reposan quienes fallecieron intentando alcanzar nuestro país. En el relato de Felipe, Joselete o Rosario descubriremos la historias de quienes luchan cada día por darle una muerte digna a estas personas.
Años antes del secuestro del autobús de la línea 47, retratado en la película dirigida por Marcel Barrena, las luchas vecinales bullían en los barrios periféricos de Barcelona. Durante la década de los 70, mujeres y niños protagonizaron varios secuestros de este tipo, que ahora han quedado silenciados por la historia. Bru Rovira y Valentina Rojo se acercan a conocer las historias de estos movimientos vecinales, que lucharon para cambiar la vida de los barrios pobres de Barcelona donde miles de migrantes se habían establecido en chabolas y no disponían de servicios mínimos.
Entramos en el Centro Penitenciario de Álava para conocer a los reclusos que trabajan en talleres de panadería, cocina, o apoyo a otros presos. Un reportaje que despierta, a su vez, un debate sobre el concepto mismo de la reinserción: ¿cómo afrontar la vuelta a la sociedad de quienes cometieron delitos atroces? ¿Somos capaces de tratar a todos los presos por igual, independientemente de los delitos que hayan cometido? ¿Qué papel tienen las víctimas y la sociedad en este proceso? Javier del Pino, Bru Rovira y Valentina Rojo conversan con Manuela Carmena para reflexionar sobre estas, y otras cuestiones.
En el pirineo navarro, Aritz Carballo lleva su gimnasio portátil por diferentes pueblos de la zona. Aunque los vecinos tradicionalmente hagan actividad física, cuenta el entrenador que con solo caminar no es suficiente, hace falta fortalecer los músculos y corregir posturas. Quienes acuden a las clases coinciden en que, además de los evidentes beneficios para la salud, esta actividad les ayuda a socializar y conocerse.