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SER Podcast
¿Sabes algo?, era el mensaje que te llegaba al teléfono o en cualquier conversación. "Y tú que estás en la radio, ¿no sabes nada?" preguntaban, sin caer en que, precisamente, lo de la radio consiste en contar, no en callarse. ¿Tú qué sabes?, y tú contestabas de la única forma que se podía: ¿y tú?, porque esta vez también preguntaba la gente que suele saber, pero no sabe. Y así hemos pasado el fin de semana: entre quinielas. Si todos llevamos un seleccionador dentro, hemos estrenado el pronosticador de lo que va a hacer el hombre imprevisible, para que, sea lo que sea lo que vaya a decir Pedro Sánchez, todos podamos decir cuando lo diga: lo sabía.
En 'El rincón y la esquina' repasamos las sombras y lo que significa en nuestra vida. Después, Amy Winehouse nos escribe una carta desde el más allá para pasar a hacer un viaje de ida con Josefina de la Torre. Y terminamos hablando con Tryggvi Hlinason, pívot de la ACB que es jugador de baloncesto en invierno y pastor en verano en su Islandia natal.
Tenemos un diván portátil metido en el armario donde Barba guarda sus regaderas. Hoy lo hemos sacado, porque hay días que toca psicoanalizarse. Miren a Pascu, un chico majo, agradable, sonriente... Pero , es un testarudo insoportable .¿O hay alguien más testarudo en el equipo?
Tryggvi Hlinason (Akureyri, Islandia, 1997) está hecho de otra pasta. Con 16 años no había tocado un balón de baloncesto... Hoy, con dos metros y quince centímetros es imprescindible para el Bilbao Basket. Y, sin embargo, esa anomalía (al baloncesto se empieza a jugar con poco más de cinco años), es lo de menos. La gran diferencia radica en lo que sucede cuando acaba la temporada en una liga tan profesional como la ACB española, la mejor del mundo después de la NBA. Porque entonces, en lugar de irse de vacaciones a un lugar paradisiaco o aprovechar para tostarse al sol encima de la cubierta de un yate o promocionar hasta el hastío su propia marca en todo tipo de eventos presenciales, campus o a través de las redes sociales, él, Hlinason, apodado la Montaña, regresa a la granja familiar en Islandia y dedica, con esmero y gusto, maratonianas jornadas al cuidado de las ovejas y caballos de la quinta donde siempre vivió hasta que el basket lo sacó de ese paisaje. Hlinason er öðruvísi, Hlinason es diferente.
