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A partir del caso Errejón, o de la serie "Yo, adicto", de Javier Giner, con Aitana Castaño y Nacho Carretero nos hemos preguntado hasta qué punto está normalizado en España el consumo de cocaína. El doctor Xavier Fàbregas, fundador y director médico de la Clínica Mas Ferriol, que lleva 40 años trabajando en adicciones y salud mental, explica que se puede ser un cocainómano funcional, pero que al cabo del tiempo (unos siete años) la droga desmonta todos los mecanismos de control y produce narcisismo, agresividad y muchas veces comportamientos sexuales bizarros. De hecho, muchos problemas sociales están muy influidos por la presencia de cocaína: los accidentes de tráfico, la violencia de género o la prostitución. Y también un clima social, empresarial y político en el que impera la agresividad, la falta de control y la soberbia. Fábregas comenta que en Estados Unidos muchas empresas exigen exámenes de cocaína a sus trabajadores porque, por ejemplo, lo que ocurrió en Lehman Brothers en 2008 bien podría estar provocado por la cocaína. Puede que apenas el 1,4% de la población haya consumido cocaína en el último mes, pero sus efectos sociales nos afectan a todos.
El Gabinete de Seguridad israelí ha aprobado parcialmente la propuesta de Netanyahu de ocupar militarmente la Franja, ya que solo se incluye la toma de control de la ciudad de Gaza. La NBC alertaba que las tropas se estaban preparando a las puertas de la Franja. En España, el PP ha reafirmado su apoyo a la moción aprobada en Jumilla junto a VOX, que impide las celebraciones islámicas en espacios deportivos públicos. Además, le han restado importancia diciendo que la moción no habla de ninguna religión en concreto. Salvador Illa cumple su primer año al frente de la Generalitat de Cataluña, buscando apoyos para aprobar los presupuestos y en pleno debate por la financiación singular. Aniversario que coincide con la reaparición de Carles Puigdemont en Barcelona.
Lo que ha pasado en Jumilla nos muestra algo preocupante sobre nuestra democracia. El ayuntamiento ha aprobado una medida que vulnera la libertad religiosa, garantizada por la Constitución Política pura y dura. Vox quería prohibir actos ajenos a la identidad del pueblo porque, al parecer, rezar no forma parte de la identidad de un país donde llevamos siglos conviviendo. El PP lo maquilló cambiando el Reglamento del recinto, pero el resultado es el mismo, discriminación institucional.
Nuestra compañera, tras dejarse las pinturas en el pueblo, ayer decidió ir a comprar maquillaje porque ya no aguantaba más. Y sí, de eso va nuestra conversación de hoy, del eyeliner y del rizador de pestañas.