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Lo que pasó en Alemania -donde la elección de canciller tuvo que irse a una segunda votación, algo inédito- no solo explica la situación allí, en la primera potencia europea, sino que explica de alguna manera cómo están los tiempos y cómo se extiende la inestabilidad y la incertidumbre, con una escalada militar entre India y Pakistán, con Estados Unidos buscando acercar posturas a China para hablar de aranceles, con Sánchez compareciendo para hablar del aumento en defensa y de un apagón cuyas causas desconocemos y con los cardenales arrancando el cónclave para elegir al nuevo Papa.
Después de los sustos y las sorpresas de los lunes, los martes empiezan a ser los días en los que nos queda la pregunta de por qué pasa lo que pasa. Del apagón del lunes pasado seguimos sin saber la razón concreta, y del robo que este lunes dejó tirados a miles de pasajeros se sigue investigando si fue eso -un robo y un problema con la catenaria- o si fue un sabotaje, como apuntó en este programa el ministro Óscar Puente. La investigación de la Guardia Civil está en curso todavía. Y es verdad que quien robó el cable fue a robarlo en zonas donde no había cámaras de seguridad, pero la investigación no apunta -o no apunta con lo que se sabe de momento- a la opción del sabotaje.
El ministro de Transportes, Óscar Puente, denunció anoche lo que calificó como un grave sabotaje en la línea de tren de alta velocidad que une Sevilla y Madrid. Son cuatro robos de cable en distintos puntos de la provincia de Toledo en un radio de 10 kilómetros, lo que afectó -en la vuelta del puente del 1 de mayo- a más de 10.000 viajeros de 30 convoyes, que han pasado buena parte de la madrugada en los trenes o en las estaciones o que se quedaron sin poder salir. La estación de Atocha ha permanecido abierta por la noche y se ha retrasado una hora la salida de los primeros servicios de Madrid con Toledo y con Sevilla para dar margen a los trabajos de reparación de la vía.