Tanta dicha como Sofonisba

Podium

Entre la abundancia de reliquias, bordados, cartas, cuadros y tesoritos con los que podemos deleitarnos al visitar el Monasterio de la Encarnación de Ávila, las monjas han preservado una pintura que, por sus trazos gruesos, su precariedad técnica y su remota ubicación, no suele retener la atención de visitantes y estudiosas. Las vigas de madera que sostienen el techo de una de las diminutas celdas conservan el peregrino autorretrato que alguna carmelita de las muchas que circularon por este convento (en el que nuestra santa Teresa vivió entre 1535 y 1562) se animó a pintar justo donde caía su mirada al tumbarse boca arriba sobre el jergón de la cama. Deshechas en ternura, admiración y sorpresa ante las pinceladas rápidas y toscas de la carmelita, en este episodio nos adentramos en claustros de clarisas y de agustinas recoletas, de jerónimas y de benedictinas, para recordar que las monjas de nuestros siglos más favoritos de la historia no solo se entregaron a meticulosas labores de manos y rentables elaboraciones de objetos suntuarios, sino que también sucumbieron a la pintura, el dibujo y la escultura. Entre la célebre clarisa de Lerma Sor Estefanía de la Encarnación, que aseguraba que “todos los que entraban a verme pintar” juzgaban que tenía “tanta dicha como Sofonisba” y aquella anónima carmelita, de la que solo sabemos que un día se atrevió a mojar un pincel en pintura negra para bosquejar su autorretrato, descubrimos una larga genealogía de monjas que, espoleadas por un ansia de pertenencia cívica y cultural, decididas a ostentar una marca diferencial de devoción, necesitadas de patronazgo o, simplemente, deseosas de adornar las paredes de los conventos con sus propios trabajos, pasaron no pocas horas de la clausura entre lienzos y cinceles. 

Más episodios

¿Quién contará los suspiros de las dos hermanas en la despedida?

Presas del terrible desamparo que nos consume ante un trance que jamás quisimos afrontar, Las hijas de Felipe recurrimos a un rosario de despedidas barrocas, desgarros amistosos y separaciones cortesanas y conventuales para enjugar las lágrimas que empapan nuestros tristísimos ojos. Este episodio, amigas, es un pequeño repaso por el repertorio sentimental de las despedidas barrocas: un intento de buscar en nuestros siglos más favoritos un poquito de aliento para daros una noticia seguramente dolorosa pero también muy necesaria. Pero, por favor, que nadie se hunda en la pesadumbre, que como siempre, al final del recorrido, y del viaje, hay jolgorio y regocijo, sonrisa perpetua y entusiasmo carmelita. Partimos, pero no sin el amparo de nuestro escuadrón angelical de ilustrísimas oyentes. 

Fieramente humanas

Las hijas de Felipe es el refugio sonoro del ahistoricismo deliberado, un espacio donde los rincones más remotos de los siglos XVI y XVII y los resquicios más impenetrables del presente se solapan en un anacronismo estratégico para, con suerte, sugerir cavilaciones y conexiones insospechadas. En este episodio en directo desde el Museo Thyssen de Málaga, dialogarán con la exposición Fieramente humanos para pensar los procesos de canonización desde la construcción contemporánea de la fama y la celebridad. Desde los rasgos exactos de Santo Domingo revelados por el demonio a las dominicas de San Plácido hasta las implicaciones del lip combo de Rosalía: un suculento y trepidante recorrido por los vericuetos de la santidad y el estrellato.

Casuística amorosa

Felicísimas de poder aliviar al fin la quemazón que nos carcomía ante la falta de invitaciones para participar en actividades ontológicamente lésbicas, en este episodio grabado en el Festival Visibles de Barcelona, nos entregamos con desenfreno a una apología de lo que más nos encandila y atormenta a las lesbianas: la casuística amorosa. Ayudadas por las enrevesadas herramientas casuísticas de los jesuitas, os enseñaremos todo lo que necesitáis saber para navegar con éxito las pantanosas aguas de la incondicionalidad amorosa; arropadas por Madame de Scudéry y su ramillete de amigas précieuses, militantes de la agamia barroca, os guiaremos por una liosísima cartografía de los afectos para desembocar en el desenfreno lujurioso de Inés de Santa Cruz y Catalina de Ledesma, Las Cañitas, nuestras Tukus barrocas, y desmentir de una vez por todas el mito de la lesbian death bed. Si te urge saber quiénes eran la Holland Taylor y la Sarah Paulson del barroco, si no puedes vivir ni un minuto más sin averiguar cómo acaba el estropicio poliamoroso de Las Cañitas, dale corriendo a play.