Podium
VUELVE TU SOSIEGO. VUELVE EL BARROCO. Arrebatadas y felices por volver a este rinconcito terapéutico nuestro, no podemos sin embargo evitar que la mano se nos escape nerviosa a toquetear las nuevas arrugas con que inauguramos la temporada, ni somos capaces de esconder bajo nuestro compromiso con la sonrisa perpetua el manojito de desarreglos intestinales, altibajos hormonales y demás achaques que nos atosigan en esta incipiente caduca edad cansada. Tras saciar la curiosidad de todas con un noticiario conventual en el que por fin nos pronunciamos sobre la rabiosa actualidad de las monjas cismáticas de Belorado y la apertura del sepulcro de santa Teresa, pasamos por fin a intentar encontrar el inesperado sosiego que se esconde en las peripecias de envejecer y el sobresalto de aterrizar en la categoría señoras. Baltasar Castiglione y las fantasías de perpetua juventud en su manual de perfecta pluma heterosexual para cortesanos, el secreto de la longevidad de las monjas de San Jacopo di Ripoli y Santa María Annunziata delle Murate y el tiernísimo declive de Juana Esperanza de San Alberto. Porque todo lo que te esté pasando a ti, ya le pasó a alguien en los siglos XVI y XVII. También los desasosiegos ante las primeras patas de gallo, el abrazo entusiasta de una cabellera totalmente canosa y el regocijo fantasioso ante promesas de longevidad. Si llevas toda una vida esperando a saber quién huele a cisco y alcrebite o cómo una monja de noventa y un años puede ayudarte a combatir el alzhéimer, dale a play.
Entregadas en cuerpo y alma a descubrir todas las vidas menudas del barroco, en este episodio llevamos a cabo una operación de reciclaje que no es, en ningún caso, fruto de la desidia, sino una respuesta a todas las oyentes que desde hace años nos pedís que recuperemos a una de las personitas más fascinantes, olvidadas y tergiversadas de nuestros siglos más favoritos. “Céspedes — Elena y Eleno de, natural de Alhama, esclava y después libre, casó con un hombre y tuvo un hijo, después y muerto su marido se vistió de hombre y estuvo en la Guerra de los Moriscos de Granada, se examinó de cirujana y se casó con una mujer. Fue presa en Ocaña y llevada a la Inquisición donde se le acusa y condena por desprecio al matrimonio y tener pacto con el demonio. Sentenciada a salir al Auto público de fé que se celebró en la plaza del Zocodover de Toledo el domingo, 18 de diciembre e 1588, al que salió en forma de penitente con coroza e insignias que manifestaban su delito, abjuró de leve, y se le dieron cien azotes por las calles públicas de Toledo y otros cien por las de Ciempozuelos, reclusión de diez años en un hospital para sirviese sin sueldo en las enfermerías”. Entre acusaciones de “embaidora y embustidera”, de “invenciones y embelecos”, “embustes y embelesamientos”, asoma toda la violencia inquisitorial volcada en vencer la molesta ilegibilidad de un cuerpo fronterizo. Con este primer folio del proceso inquisitorial que se le abrió a Céspedes, comenzamos nuestro biopic barroco más demandado hasta la fecha: reconstrucciones históricas delirantes, atosigantes miradas panópticas, asombrosas transformaciones anatómicas y un constante nombrarse y renombrarse en el espacio mismo de la ilegibilidad. Si no podéis vivir ni un minuto más sin saber por qué el apellido de la mujer de Céspedes parece un jaque mate desternillante a la disciplina inquisitorial, dadle corriendo a play.
Se nos ocurren pocos regalos navideños más golosos y embriagadores que este retablo de dolores y angustias: el relato de la vida de una aspirante a santa tan cuajada de polémica que, en palabras del jesuita con carita de brontosaurio Antonio Núñez de Miranda, “ha de pulsar de susto el corazón, y latir de sobresalto en el alma”. En este episodio novohispano hablamos de alguien con más fervor jesuita que nosotras, de alguien que se resistió a los arrumacos de los hombres con más empeño que una lesbiana estrella dorada, una mujer que viajó, padeció, soportó, y luego rozó con las yemas de los dedos el tick azul de la santidad. Acompañadnos, amigas, en este biopic mexicano sembrado de secuestros, milagros, Baby Jesus con apego evitativo, Baby Jesus acosadores, bilocaciones bélicas y, sobre todo, un aparatoso entramado jesuita e inquisitorial bajo el que intentaremos llegar a la auténtica voz de la inconmensurable, muy manoseada, y después olvidada, Catarina de San Juan. Igual que el Niño Dios se encaramaba desnudo y suplicante al regazo de Catarina susurrándole al oído “Catarina, vísteme”, así nosotras nos encaramamos zalameras al micrófono para implorar: “México, invítanos”. Si no puedes seguir respirando hasta saber por qué este año nuevo tienes que cambiar el manifesting por la profecía, y si te va la vida en contabilizar las veces en que Catarina salvó milagrosamente la vida en su Destino final barroco, dale corriendo a play.
En el cabecero de la cama que vigilaba el sueño de María Estuardo durante su larguísimo arresto domiciliario, María mandó pintar un retrato suyo “arrodillada ante la cruz y su corona y su cetro a sus pies y sus manos al cielo” y, sobre él, el lema “Angustiae Undique”. Que María decidiera recordar, cada día al amanecer, que su vida nunca había dejado de ser una odisea espinosa en la que solo había “PROBLEMAS POR TODAS PARTES” nos parece, sinceramente, lo mínimo. Animadas por la primorosa fanfiction operística que se estrena el 14 de diciembre en el Teatro Real de Madrid, en este episodio elucubramos, de la mano del compositor Gaetano Donizetti y del director de ópera David McVicar, sobre la enemistad femenina más icónica de la historia. Ni Kim Catrall y Sarah Jessica Parker, ni Joan Crawford y Bette Davis, ni Paris Hilton y Lindsay Lohan: Isabel I de Inglaterra y María Estuardo. Acompañadnos, amigas, por este reguero de posesiones inalienables, carísimos regalos, Pimpinelas belcantistas, la bochornosa condescendencia de los cronistas de nuestros siglos más favoritos, jovencitos perfecta y angelicalmente homosexuales, calvinistas mohosos y unos enternecedores gorros de dormir. Si queréis saber qué escritor del siglo XX tuvo el descaro de usar el sintagma “pelea entre gatas” para desmenuzar el conflicto más sonado del siglo XVI, dadle corriendo a play.