¡Buenos Aires, es obvio que ya hemos llegado!

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Tras los dos programas de México, toca volar hacia Argentina y hacer parada en Buenos Aires. El ‘Nadie Sabe Nada’ es acogido en el Teatro Picadero donde Andreu Buenafuente hace dedos con un piano de cola hasta que Berto Romero rompe el clima. Obvio. El show empieza con sueños oníricos del público, continúa con la visita de un ilustre local como Andy Kusnetzoff, se retoma el tema de la carta a la ONU pidiendo que el mes de enero sea llamado ‘samanté’ y febrero ‘ultiembre’, hay un encuentro transatlántico de el pollo de goma con el chanchito (cerdo de goma) y bastantes cosas más.

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El mejor final posible

El último ‘Nadie Sabe Nada’ en HBO Max se gesta en un abarrotado Florida Park en Madrid, donde Andreu Buenafuente, para irritación de Berto Romero, destripa el final preparado a medio programa pero la magia del ‘Nadie’ nos guardaba una sorpresa aún mayor. Todo empieza con Andreu y Berto llegando al recinto en unos cochecitos a pedales. Son como niños… o incluso, peor. En este recinto se han hecho grandes programas de televisión y en uno de ellos, la artista Lola Flores perdió un pendiente y lo paró todo para encontrarlo. Lo recordamos porque es mítico. Entre gigantes y cabezudos, el episodio van subiendo la temperatura y se rompe a dos minutos de final… con EL MEJOR FINAL POSIBLE.

Dos tontos y tú, tres

El ‘Nadie Sabe Nada’ es como una sala de partos no programados: cuando menos te lo esperas nacen personajes, secciones... Juan Lúbrico y José Lefa son dos de esos partos. Andreu Buenafuente y Berto Romero están detrás de ellos. De los personajes, digo.

El gen del muaré

El ‘Nadie Sabe Nada’ es todo ignorancia pero en esta ocasión, Andreu Buenafuente y Berto Romero coinciden en una gran verdad: en 2023 el efecto muaré en televisión ya debería estar resuelto. ¡Una mierda para el muaré! En otras cosas, en esta entrega se sigue intentando arrancar el videojuego antiguo que trajo Berto Romero, se lee el informe sobre el ADN de Andreu Buenafuente, se suceden las vivécdotas protagonizadas por fans, el control de realización huele a pedo y de propina se habla en profundidad de la propina.