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Ep. 396: La persona cárnica que asiste al ‘Nadie Sabe Nada’ como público tiene las expectativas muy altas. Y esta condición ejerce una presión brutal sobre Berto Romero. Siempre cree que el programa no estará lo suficientemente gracioso y entretenido y lo pasa mal. Esta sensación se traslada a Andreu Buenafuente y el uno por el otro, la casa sin barrer.
La casa sin barrer, aquí, es una alegoría a que todo el episodio va en caída libre hacia el abismo. Lo bueno de no barrer en el ‘Nadie’ es que todo juega a favor y cuanto más fallo, más risa. Así, pasando por temas que tocan los juguetes de perro, el estar solo en casa,
Ep. 484: Después de casi cuatro meses sin grabar el ‘Nadie Sabe Nada’, Andreu Buenafuente y Berto Romero se reencuentran con el músculo de la risa flojo, flácido. Hay que tonificarlo con las libretas de ajuste temporal.Berto aprecia que Andreu está muy bronceado. Es posible que por ello se llame Andreu Buenafuente Moreno... porque lo esté. Además de esto, el programa pasa por la sección ‘Wrong names’, se habla de las patitas de los pingüinos, de borracheras memorables, del pelo de los locutores de radio e incluso hay tiempo para hablar del Rosalía y su nuevo disco ‘Lux’.CITA:«Un perro no se pone moreno» Buenafuente
Ep. 483: Último ‘Nadie Sabe Nada’ que grabamos antes del verano. Andreu Buenafuente y Berto Romero se llevan unas libretas para apuntarse cosas que desvelarán durante el siguiente programa. Para nosotros habrá pasado una sola semana, pero para ellos habrán transcurrido algo más de tres meses. El falso inicio da paso a una clase de gimnasia radiofónica, debates absurdos sobre el inglés y las semillas de chía, una sección tecnológica con Silver Balún Balcells que propone cortar brazos para evitar compartir los reposabrazos de los aviones y añadimos helados identitarios y zombis elegantes. Ferran Adrià se suma con una canción sobre conchas marinas que acaba en desastre y redención.
Ep. 482: Es 1 de noviembre de 2025 y hay una temperatura exterior como si fuera julio. Cosas del cambio climático, seguramente. Noviembre es el mes en que Berto Romero cumple años. Está cerca de cumplir 51 y aún no ha invitado a Andreu Buenafuente a una comida. Es posible que, por esto, el ‘Nadie Sabe Nada’ arranca con una sección sobre el paso del tiempo sin sintonía. La urna provoca conversaciones sobre el color del viento, galletas mojadas, el miedo a los submarinos, la estética de llevar calcetines blancos, cruzar semáforos en rojo como técnica suicida, ciencia absurda con un multiplicador de pedos o una conversación de Javier Sierra con el profesor Pólipo (en gloria esté) sobre si la Torre Eiffel o la obra de Calatrava serán atribuidas a alienígenas en el futuro.