El director de 'El Larguero' considera que es una de las grandes favoritas de cara al Mundial 2026
Como estamos en la semana que estamos, voy a recordar la mañana en la que yo, me desperté con la noticia de que Franco había muerto. Y como llevo mucho tiempo preocupado por el deterioro de la democracia y sus debilidades, me animo a recordar la muerte del Caudillo para celebrar en mi mirada todo lo que España le debe a la democracia. Lector de García, preparándome para estudiar en la universidad, miraba hace 50 años un país en el que ser homosexual era un delito. Un país en el que las mujeres no podían vivir con libertad cuando pensaban en el amor o en el trabajo. Poner en duda la democracia es algo razonable para los que son millonarios y no quieren pagar impuestos o para los que traen sus fortunas a Madrid, compran viviendas y quieren hacer negocio con ellas.
Hace 47 años fue asesinado por disparos de la policía armada José García Caparrós en Málaga, cuando participaba en una manifestación en favor de la autonomía andaluza. Sus hermanas podrán por fin acceder a la documentación completa sobre la Comisión que convocó el Congreso de los Diputados. Podrán leer los folios sin tachaduras. Los sucesos acababan sin culpables en el banquillo o con instrucciones desastrosas. El crimen de los Galindo o el de los Urquijo son dos ejemplos. También del plano nacional, Mazón continúa el vía crucis de las comparecencias en las comisiones de investigación. Y de lo internacional, Zelenski llega a España en plena ruta exterior para conseguir apoyos contra Rusia. El Presidente ucraniano sufre problemas internos de corrupción que lastran su círculo más próximo.
Soledad Gallego-Díaz reflexiona sobre los 50 años de la muerte de Franco.
Xavier Vidal-Folch reflexiona sobre la conmemoración de los 50 años de la muerte de Franco
En los anuncios de comparadores de precios siempre sale uno listo y uno tonto. El listo, alto y estiloso, ha conseguido pagar menos por cada noche de hotel; el tonto, el que se ha quedado sin rebaja, suele ser fondón y con cara de bobo. Es un poco como lo de los payasos: el payaso listo, el payaso tonto. Ahora los payasos tontos se presentan ante el electorado y salen vencedores. Nigel Farage, agarrado como a una boya a su pinta de cerveza, ganó el referéndum del Brexit. Donald Trump ganó sus presidenciales con sus bailecitos ridículos y la cabeza pintada de naranja. Javier Milei ganó las suyas disfrazado de demonio de Tasmania con el pelazo de Calamaro y la motosierra.
En el plano nacional, cuando se cumplen 50 años de la muerte de Franco y el estado de nuestras instituciones debería ser más que sólido, hemos visto un juicio inédito a un fiscal general del Estado que nunca debió tener lugar. En el plano internacional y después de haber contemplado la destrucción de Gaza y de buena parte de Ucrania, podemos encontrarnos ante un ataque de Estados Unidos a Venezuela que nadie puede comprender. El autoritarismo crece en el mundo libre y el espejo de la democracia y la paz pierden brillo. Por todo ello, el asombro es, sin duda, el protagonista.
Hoy entiendo mejor aquel sketch de Martes y Trece, en el que una cliente acudía al súper a comprar detergente Gabriel. Un señor le ofrecía a cambio del suyo tres paquetes de Gabriel. Pero ella rechazaba la ganga. «Gabriel es mi preferido», decía.
No hubo epifanía, no pudimos recordar nada. Sólo éramos dos personas capaces de tomar un desvío para ver si una felicidad antigua había aguardado hasta que volviéramos a encontrarla.
En estos tiempos que vivimos, con unas desigualdades económicas cada vez mayores y bajo el hechizo de eso que llaman falsamente libertad y no es más, ya lo saben, que la libertad del zorro en el gallinero, todo es posible.