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Ni uno solo de los ministros de Podemos en el Gobierno se ha pronunciado al respecto. Tampoco lo ha hecho su portavoz, Pablo Echenique. Ni la cuenta oficial de Twitter del partido. Ni siquiera su ex líder, Pablo Iglesias. Se conoce que ha estado muy ocupado escribiendo un relato, que se presupone cómico y paródico, sobre unas vacaciones imaginarias en el pueblo ficticio de Arralde.
No hay grandeza ajena que resista la lectura de sus WhatsApps. Imaginemos a Sartre mandando besotes a Simone de Beauvoir. A Immanuel Kant diciendo que “Oka” a un cambio en el horario de sus clases. O a Churchill poniendo un emoticón de lagrimita después de un bombardeo. Nada adensa la grandeza como el silencio.
Es normal, y así lo aplaudo, que los periodistas parlamentarios hayan dicho basta a los constantes ataques de los también llamados periodistas, pero que en realidad son agitadores ultraderechistas. Debería ser normal también que esos mismos periodistas denunciaran los constantes ataques a la democracia que se vienen observando en diversos medios y no solo en las redes sociales.
El director de 'El Larguero' se rinde al flamante campeón de Liga.