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El insomnio es el fantasma más famoso del mundo. No hay nadie que no lo haya visto. Cada vez lo vemos más personas, y más a menudo. No se molesta en venir de puntillas. El insomnio quiere que oigas sus pasos en la oscuridad. Aunque primero juega a que avives la esperanza del sueño. Desea que te confíes. Después de todo ha sido un día duro, y notas cierto cansancio. Cada noche hay un ingenuo minuto, parecido a un efecto óptico, en el que crees que dormirás. Pero entonces, lo adivinas, porque la noche avanza y tú sigues lúcido.
Tanto el Estado como las Autonomías han preferido gestionar las consecuencias. Crisis de incendios cada verano en lugar de abordar las causas. Un modelo territorial insostenible. La responsabilidad futura es lo que importa. Esta sólo será posible mediante un gran pacto de Estado que reconozca que el abandono rural no es solo un problema de gestión forestal, sino una cuestión de supervivencia territorial que afecta a la sostenibilidad ambiental, económica y social de todo el país
La literatura científica es tan profusa y tan detallada que es posible consultar las proyecciones de cómo serán los incendios o las lluvias o cuántos grados sube el mercurio por años y por zonas del mundo. Al echar la vista atrás, no solo se puede comprobar que esos estudios son precisos y que las peores predicciones se cumplen a rajatabla, sino que incluso en algunos casos hasta se quedan. Tampoco falta el dinero. En medio del fulgor armamentístico de los Estados Unidos de Donald Trump y del seguidismo de la OTAN, se han trazado planes de gasto 1000 millonarios a un lado y otro del Atlántico.
La desolación que deja el fuego a su paso tardará en superarse. De momento no estamos ni ahí, estamos consumidos por el fuego, incapaces de controlarlo. Ni la ola de calor ni la sequía nos pueden coger de improviso, lo sabemos. Sabemos que la crisis climática cambiará muchas cosas y que nos obliga a actuar de manera diferente y coordinada.