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Por muchas amenazas de Puigdemont de dejar de apoyar a Sánchez o de votar con PP y Vox una moción de censura, Junts no puede cumplir esas amenazas. Eso es así porque tanto el partido de Puigdemont como ERC están atados con el PSOE para que salga adelante la ley de amnistía. Puigdemont tiene el miedo de siempre: que sus votantes se den cuenta que ha hecho lo mismo que Esquerra, han enterrado la independencia y han vuelto a la gobernabilidad de España.
Poco o nada queda de aquellas citas interminables entre José María Aznar y Xabier Arzalluz en Moncloa, mientras degustaban vinos de la Ribera del Duero. El vasco, el del árbol y las nueces, sentían una especie de fascinación por ser presidente del Gobierno que en un principio tanto despreció. El PNV no era necesario en la aritmética de la gobernabilidad. Siempre que pueden elegir, eligen al PSOE, dicen despechados en Génova.
Para la desesperación de los negacionistas del cambio climático, la amenaza es real y, como ocurre siempre, se ensaña con la población más frágil y desfavorecida. Hacer frente al calor exige, por tanto, una intervención integral que interpela a los poderes públicos y también al sector privado para encontrar juntos. Las soluciones a los efectos negativos de una emergencia que se ceba particularmente con la población más necesitada.
Es habitual que no sea fácil ver si un tema es importante justo cuando está comenzando. Mi percepción es que el caso Huawei puede tener bastante recorrido. No porque el Partido Popular tenga razón en sus amenazas o en sus denuncias de ataque a la seguridad por parte del Ministerio del Interior. Algunos aliados no están contentos, no están contentos y por supuesto, en Estados Unidos se rechaza frontalmente esta situación.