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Todo pasa tan deprisa que, al hablar de las europeas del pasado domingo, uno ya se siente el narrador de un documental sobre la batalla de Las Navas de Tolosa. Y sin embargo hay que volver a estas elecciones, siquiera porque han tenido una rara virtud: los partidos siempre están dispuestos a apuntarse victorias reales o morales en la noche electoral, pero en esta ocasión las urnas han traído consigo ceniza para todos. Llamémoslo una redistribución del descontento.
Sólo se me ocurre una explicación para tanta desfachatez y tantas indiscreciones: creen que el mundo es como su partido político. Es decir, un lugar donde nadie ve, ni escucha, ni habla, ni se entera de lo que ocurre delante de sus narices.
Xavier Vidal-Folch reflexiona sobre las nuevas fotografías de Jeffrey Epstein.
Ni ser de comunión diaria garantizaba en otros tiempos un comportamiento inmaculado ni ser progresista, feminista o de izquierdas garantiza la santidad civil en los nuestros. Muchas veces no estamos a la altura de nuestras ideas. Pero cuando se habla de robar o de acosar no hablamos de cotas de exquisitez moral, sino que hablamos de lo más básico. No debiera, por tanto, escandalizar tanto que este o aquel delincuente sea socialista. Pero dentro del PSOE sí debieran meditar que se haya revelado un delincuente.