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Nadie discute que la democracia tiene que regenerarse y que parte de la ecuación incluye a los medios de comunicación. Una democracia no puede funcionar sin opinión pública informada y eso requiere de medidas legales que la garanticen y las que hay ahora no sirven. Estamos en el siglo XXI y el problema requiere de consensos, no con textos como el que se debatió este miércoles en el Congreso. No es una cuestión de transparencia de la propiedad de los medios, que también, pero tiene que ver con la comercialización del tráfico de datos, de los sesgos algorítmicos, pero especialmente no puede arrancar de una motivación política tan personal que involucre al presidente porque impide la objetividad.
Hubo quien mintió en relación con el caso de los delitos fiscales reconocidos por la pareja de Isabel Díaz Ayuso y hubo quien intentó desmontar la mentira contando la verdad. Y ha ganado la mentira, reconocida en sede judicial, ante los magistrados. Miguel Ángel Rodríguez coló una mentira donde él ya sabía que iba a colar.
La ONU no lo reconoce, pero quizá sea porque no hace ni falta: todo el mundo tiene derecho a desesperar de su país de cuando en cuando. Pero igual que cabe la maldición, a veces es necesaria la alabanza. Y a mí, por ejemplo, me basta la tortilla de patata para tener en lo más alto las aportaciones de España al género humano. Ahora la tortilla de bar de cada día corre peligro, entre gripes aviares y el precio de los huevos. Esos huevos que alimentaban, que eran sanos, que costaban poco y que nos permitían mil versiones. Ahora lo más difícil, sin embargo, va a ser pagar los huevos al precio que antes pagábamos los huevos con trufa.
Como dice el PP, España es una dictadura. Pero una dictadura un poco rara, donde el Fiscal General es condenado por revelación de secretos y los jueces de instrucción acorralan a los dos secretarios de organización del partido en el Gobierno, a la esposa y el hermano de Sánchez. Olvidan que el PP se enfrentan los próximos meses a un rosario de causas y sentencias judiciales: Gürtel, Púnica y Kitchen. La linterna de la justicia acecha al PP y al PSOE porque en ambos hay sombras de corrupción y de abuso de poder. Ese es el denominador común de todos los casos, ya sean delito o no. Lo de García Ortiz, lo de Ábalos, lo de la Diputación de Almería y lo de Bárcenas, todo tiene un mismo origen.