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El huso horario al que me refiero y que me perturba es ese al que se acogen los partidos, grupos y cantamañanas en general que, autodenominándose patrióticos, han puesto sus relojes biológicos a lo que podríamos llamar la Hora de Agárralas por el Coño y no te pasará nada. Es, por decirlo finamente, la Hora de la Impunidad. La de Trump, Putin y Netanyahu, cuyo impacto cavernario se extiende entre el facherío de Algeciras a Estambul pasando por Helsinki, Budapest y oh, la Francia que iluminó el Siglo de las Lumbres.
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Cuando yo era pequeña las hogueras se hacían en la intersección de dos calles, y los más valientes las saltaban. Con chispas en los ojos, porque todo estaba por inaugurar. Era la edad de la inocencia, que resistía incluso a la rabia cotidiana y al escarnio social. Hoy se hace fuego con los niños de Gaza.