SER Podcast
Siempre me ha parecido curioso que se insulte a las mujeres con el llamado oficio más antiguo del mundo. Es un hecho, por desgracia, culturalmente universal. La prostitución es un acto mediante el cual un hombre paga para tener acceso a la intimidad de una mujer y mantener relaciones sexuales con ella. Es decir, se trata de alguien que mercantiliza algo que suele ser o debería ser gratuito y consensuado. Se entiende que apetecible y gozoso para ambas partes. Contrata el servicio, lo que hace es adquirir algo que, en principio no es un bien un objeto, sino un ser humano. Visto así, ¿a quién degrada más este acto, a la prostituida, la consumida, la alquilada, la adquirida o a quién es capaz de comprar el sometimiento de otra persona? ¿A quién podemos considerar moralmente reprochable, a la que es degradada o a quién degrada? Y aun así, el insulto es siempre para ella.
Tengo un problema con España y otro con mi cama, que es de medidas no convencionales, de las de sube y baja. De tanto ver banderas españolas por doquier, con o sin aguilucho, una idea creo que patriótica a la par que práctica empezó a abrirse camino en mi cabeza mientras contemplaba el culmen rojigualdo de la concentración de momios en torno al pobre templo de Debod. Superando esta reconfortante imaginería triunfó lo práctico y me dije, Maruja, corre a Amazon, seguro que tienen banderas del tamaño de tu cama y de paso interiorizas tu nacionalidad, que buena falta te hace. Estoy deseando que me la entreguen para poder despertar cada mañana y recordar que esto no es una pesadilla, sino una realidad española y muy española.
Todos quieren conquistar a Junts, si hace unos días era Feijóo el que acudía a la patronal catalana a pedir que convencieran a los independentistas para que apoyaran en una eventual moción de censura, ayer fue el Presidente del Gobierno de España quien entonó el mea culpa y reconoció haber incumplido compromisos establecidos tanto con Junts como con Esquerra. De esta forma, Sánchez, además de reconocer por vez primera es incumplimientos, quizá esté asumiendo también que dos de las manifestaciones que ha hecho últimamente son difícilmente sostenibles. Los postconvergentes saben que tienen la sartén por el mango. La continuidad, el fin o el letargo de la legislatura depende en buena medida de ellos.