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Siempre me ha parecido curioso que se insulte a las mujeres con el llamado oficio más antiguo del mundo. Es un hecho, por desgracia, culturalmente universal. La prostitución es un acto mediante el cual un hombre paga para tener acceso a la intimidad de una mujer y mantener relaciones sexuales con ella. Es decir, se trata de alguien que mercantiliza algo que suele ser o debería ser gratuito y consensuado. Se entiende que apetecible y gozoso para ambas partes. Contrata el servicio, lo que hace es adquirir algo que, en principio no es un bien un objeto, sino un ser humano. Visto así, ¿a quién degrada más este acto, a la prostituida, la consumida, la alquilada, la adquirida o a quién es capaz de comprar el sometimiento de otra persona? ¿A quién podemos considerar moralmente reprochable, a la que es degradada o a quién degrada? Y aun así, el insulto es siempre para ella.
El director de 'El Larguero' se rinde al flamante campeón de Liga.
Siempre me ha parecido que la comunicación a través de mensajes instantáneos tiene algo extraño. Ya desde los intercambios por Messenger o Skype me dio la sensación de estar moviéndome en unos parámetros distintos y con una incomodidad que me ha seguido acompañando hasta día de hoy.
Ya sabíamos que Pedro Sánchez se lleva mal con Emiliano García Page o con Javier Lambán. Que le incomodaba tener a Pablo Iglesias en el gobierno. Que volvió a hablar con Ábalos tras cesarlo como ministro, y también que lo recuperó en las listas de 2023. Lo más llamativo no está en el contenido de sus mensajes de WhatsApp, las conversaciones entre Sánchez y Ábalos no muestran nada relevante que no conociese ya todo el mundo.