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Como el canciller Bismark, hay dos cosas de las que disfruto mucho y que no quiero saber como se hacen: las salchichas y las leyes. Tomar decisiones políticas implica tensiones, disensos, malentendidos y suspicacias entre los actores implicados, porque es un juego de poder donde lo que un partido gana, el otro lo pierde.
Tenemos pendientes las explicaciones de Sánchez de el progresivo descenso a los infiernos de sus hombres de confianza José Luis Ábalos y Santos Cerdán, de la nueva trama de corrupción presuntamente tejida en torno a la popularmente conocida como fontanera del PSOE y el expresidente de la SEPI, y de la limpieza de presuntos acosadores sexuales que parece haber comenzado en el PSOE.
A treinta o cuarenta euros la pieza, muchos jabalíes tienen que matar los cazadores para sacarse un sueldecillo. Y, aun así, están contentos porque, por primera vez en mucho tiempo, la sociedad tiene algo que agradecerles. ¡De la peste porcina, líbranos, Señor! El mundo ha cambiado, y ya solo se mata animales por prescripción facultativa. Lo que hundió la reputación del rey Juan Carlos no fueron sus líos de faldas ni sus tejemanejes financieros. Lo que acabó con su reinado fue la foto de Botsuana con el elefante muerto.