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Es normal, y así lo aplaudo, que los periodistas parlamentarios hayan dicho basta a los constantes ataques de los también llamados periodistas, pero que en realidad son agitadores ultraderechistas. Debería ser normal también que esos mismos periodistas denunciaran los constantes ataques a la democracia que se vienen observando en diversos medios y no solo en las redes sociales.
No hay grandeza ajena que resista la lectura de sus WhatsApps. Imaginemos a Sartre mandando besotes a Simone de Beauvoir. A Immanuel Kant diciendo que “Oka” a un cambio en el horario de sus clases. O a Churchill poniendo un emoticón de lagrimita después de un bombardeo. Nada adensa la grandeza como el silencio.
El director de 'El Larguero' se rinde al flamante campeón de Liga.
Siempre me ha parecido que la comunicación a través de mensajes instantáneos tiene algo extraño. Ya desde los intercambios por Messenger o Skype me dio la sensación de estar moviéndome en unos parámetros distintos y con una incomodidad que me ha seguido acompañando hasta día de hoy.