Cambia esto y sana tu relación con la comida

Podium

En este episodio de "Yo debería ser flaca" exploro un cambio fundamental: dejar atrás el pensamiento binario en nuestra relación con la comida. Este cambio es posiblemente el más importante para sanar nuestra relación con la alimentación y nuestro cuerpo. 

La mentalidad de dieta nos atrapa en un pensamiento "todo o nada", donde oscilamos constantemente entre hacer las cosas "perfectamente bien" o caer en el extremo opuesto al menor "desliz". Este patrón cognitivo es una trampa que genera ciclos destructivos. Cuando sentimos que hemos "fallado" en seguir perfectamente un plan alimenticio, tendemos a desbocarnos completamente, tener atracones, juzgarnos duramente y convencernos de que nuestro vínculo con la comida está irreparablemente quebrado.
La realidad es que la alimentación existe en una escala de grises, no en blanco y negro. Cuando adoptamos una perspectiva más matizada, podemos ver que: 

Un solo alimento, comida o día no define nuestra relación general con la alimentación
Las fluctuaciones en nuestros hábitos son normales y esperables, no señales de fracaso
La consistencia imperfecta a largo plazo tiene mucho más valor que la perfección temporal
Nuestro valor como personas no está vinculado a lo que comemos

Abandonar este binario significa desarrollar una relación más flexible y compasiva con la alimentación. Implica reconocer que los momentos de imperfección son oportunidades de aprendizaje, no catástrofes. También significa liberarnos del agotador monólogo interno que constantemente juzga cada decisión alimenticia como "buena" o "mala".

Más episodios

Por qué el permiso incondicional te cambia

En este episodio de Yo debería ser flaca te comparto en detalle por qué mi libro se llama Permiso incondicional. ¿Por qué hablar de “permisos”? ¿Y por qué de “incondicional”?En sus páginas exploro tres permisos esenciales: el permiso para comer, para sentir y para habitar tu cuerpo tal como es. He descubierto que concedernos estos permisos es profundamente liberador: nos abre la puerta a vivir nuestra experiencia humana como algo legítimo, sin juicio ni condiciones. El permiso es, en realidad, el camino para poner fin a la lucha interna.Darnos permisos nos acerca a la verdad de quienes somos: seres complejos, vulnerables, llenos de paradojas. Y es precisamente en esas cualidades donde reside nuestro inmenso valor y la profundidad que merecemos habitar plenamente.

Mi segundo libro: Permiso Incondicional

En este episodio de Yo debería ser flaca quiero compartir algo muy especial contigo: el lanzamiento oficial de mi segundo libro, Permiso Incondicional: una guía para comer sin culpa, habitar tu cuerpo y transformar la ansiedad en confianza.Este libro, publicado por Penguin Random House, nace de mi deseo profundo de acompañarte a dejar de pelear contigo misma. Es una invitación a soltar la culpa, a habitar tu cuerpo con ternura y a transformar la ansiedad en un espacio de confianza.Mientras lo escribía, pensaba en todas las veces que yo misma me sentí atrapada en la exigencia y en la lucha, y en lo liberador que fue descubrir que podía darme un permiso radical: el de ser humana, con todo lo que eso implica. Este libro te invita a que te brindes este permiso y veas por ti misma las maravillosas posibilidades que se despliegan.

Una pregunta que me libera

En este episodio del podcast Yo debería ser flaca me inspiro en una conversación que escuché recientemente con la psicóloga Laurie Santos, sobre qué determina realmente nuestra felicidad.Santos es profesora de un curso muy popular sobre bienestar en la Universidad de Yale, y ha investigado durante años qué factores impactan nuestro nivel de satisfacción con la vida. Lo más sorprendente es que no es lo que solemos pensar: no se trata tanto de nuestras circunstancias externas, sino de nuestra mentalidad y nuestras acciones cotidianas.Estoy ahora de regreso —por un mes— en la casa en la que viví casi cinco años. He vuelto con mi hijo para pasar las vacaciones, y al recorrer estos espacios tan conocidos, contemplo lo abruptamente que ha cambiado mi vida. En este contraste tan marcado, resuena con fuerza lo que plantea Laurie Santos: lo que más influye en nuestro bienestar no es lo que nos pasa, sino cómo nos relacionamos con lo que nos pasa. La vida cambia —y siempre va a cambiar—, pero lo más determinante es quiénes somos frente a esas transiciones, especialmente cuando nos duelen.