José Ramón consigue que su madre acceda a realizarse un chequeo. ¿Se trata de una enfermedad grave? ¿Acaso incurable? Desde luego, sus mareos, su extrema delgadez y su ausencia de apetito son preocupantes. Su madre, harta de hacer «de conejo de indias», y harta de los médicos, de sus preguntas y sus dolorosas pruebas, decide tomarse su salud por su mano.
Por tanto, José Ramón escribe a sus hermanos, pidiéndoles consejo y apoyo. Ellos le recomiendan que sea paciente, abandonar cualquier tipo de dramatismo y dejarlo en manos de los médicos. Sin embargo, él sabe que la postura de sus hermanos responde a la lejanía, a que no quieren hacerse cargo de la situación. Sencillamente, no pueden o no quieren poder.
